Fue una semana agitada para los mercados. La falta de avance en las negociaciones entre los bancos privados y los fondos buitre, sumado a la situación de default en la que se encuentra el país, motivó a los inversores a dolarizar sus carteras, con lo que se dispararon todas las cotizaciones paralelas del dólar.

Así fue como no sólo escaló el “contado con liqui” que surge de la compraventa de títulos o acciones en el exterior, sino también el blue, que hoy volvió a marcar un nuevo récord. La divisa llegó a los $13,20 en las cuevas de la city porteña, superando así el valor que había registrado en enero, cuando el gobierno se vio forzado a devaluar.

Pero no sólo la falta de acuerdo con los holdouts estuvo detrás de estos movimientos financieros. El lunes, el Banco Central volvió a reducir en un punto las tasas de interés, por presión del ministro de Economía Axel Kicillof, que de esta manera pareció ganarle la pulseada a Juan Carlos Fábrega de forma definitiva.

El titular del Palacio de Hacienda quiere reducir la tasa de interés, preocupado por el ajuste que implementó el BCRA en enero, y que, sumado a la devaluación, generó un parate total de la economía.

El problema es que al día siguiente de la reducción de tasas-una iniciativa que difícilmente en forma aislada sirva para hacer repuntar el nivel de actividad-, el blue volvió a despertarse y así la brecha con el oficial quedó en un alarmante 60%. Por eso la iniciativa generó estupor en el mercado: los operadores creen que Kicillof ordenó hacer todo lo contrario a lo que se debía en un contexto como el actual.

Eso dio lugar a todo tipo de maniobras por parte de los pequeños ahorristas. Un empresario contaba a LPO la sencilla bicicleta financiera con la que sus empleados de sueldos más altos pudieron embolsarse suculentas sumas de un día para el otro.

Es que al tener habilitada la ventanilla para adquirir dólares oficiales a unos $10 en los bancos comerciales, invertían sus pesos en billetes verdes, para la mañana siguiente venderlos a $13 en el mercado negro, embolsándose suculentas sumas.

A eso se le suma que el panorama de la soja no luce demasiado alentador. El precio futuro de la oleaginoso tocó un nuevo mínimo en cuatro años, al llegar a los U$S389 la tonelada, el valor que tenía en el 2010. En tanto, para la nueva campaña ya se cierran contratos a U$S265 para mayo de 2015.

Lo que explica el pesimismo respecto a los valores futuros es la supercosecha de ese cultivo que se espera en Estados Unidos, que comenzará a trillarse el mes próximo y que, según el Departamento de Agricultura estadounidense (USDA), llegaría a más de 100 millones de toneladas.

Así, al escasez de divisas se seguirá sintiendo en la economía en lo que queda del año. Los dólares comerciales son cada vez menos porque las exportaciones industriales vienen en caída, ante el cada vez mayor deterioro de la competitividad.